Menos
famoso que Versalles, Vaux-le-Vicomte o algunos castillos del Loira
como Chambord, el castillo de Fontainebleau es igualmente
apasionante. Pasarse el día visitándolo y ir a su
maravilloso bosque vecino es una de las más bonitas escapadas
posibles si se desea dejar la capital. A los 60 kilómetros
de París, Fontainebleau era una de los vedados de caza reales
que les gustaban más a los monarcas desde el siglo XII. A
iniciativa de François Primero, el dominio se transformó
en un palacio real completamente representativo del Renacimiento
flamígero en el siglo XVI. El rey invitó a artistas
italianos para imaginar su suntuosa decoración.
Entre éstos, Rosso el Fiorentino, un alumno de
Michel-Ange, pintó algunos frescos extraordinarios de la sala de
Baile y de la Galería François Primero. Numerosos
acontecimientos tuvieron lugar aquí : el nacimiento de Luis XIII
en 1601, la Revocación del Edicto de Nantes en 1685, el
matrimonio de Luis XV en 1725. Napoleón y Luis-Felipe
mismos gastaron mucho dinero para conservarlo y permanecer aquí
a veces. Se llama el patio Central el patio de los Adioses en
homenaje a Napoleón que vino aquí a decir
adiós a su reinado, antes de su exilio fatal.
